Flor de farola

 

 

 

 

 

   

La ofuscación de la langosta

José Antonio Millán

número: 5
tamaño: 13 cm de ancho x 7 de alto
medio: composición en versales
transmisión: impresión
lugar: pegado en la proverbial farola
localización: Madrid, Carrera de San Jerónimo
fecha: 6 de octubre de 1994
comentario:  
  En el proceloso mundo de las farolas podemos encontrarnos de todo: obras enciclopédicas, seriales, gritos ¾y poemas.

Este que nos ocupa entraría, a decir verdad, más bien en la categoría de haiku. Líneas breves, mención de un elemento de la naturaleza, suspensión del sentido final... ¿Qué tenemos exactamente entre manos? Dotados de las armas proporcionadas por varios siglos de crítica textual, trataremos de explorarlo.

"Juventud": esta extraordinaria pieza comienza con lo que a todas luces es un vocativo, seguido de lo que parece un epíteto en aposición, "langosta salvaje". Y aquí nos asalta la segunda duda: la langosta, ¿será el "Insecto ortóptero de la familia de los acrídidos" o el "Crustáceo decápodo macruro" (siempre según la Academia). O sea, ¿el saltamontes o el apetitoso marisco? Nada nos dice el contexto, excepto por el "salvaje" acompañante. La Academia nos da en la acepción 2 de la palabra: "Dícese del animal que no es doméstico", pero ni saltamontes ni crustáceos son buenos candidatos para la domesticidad...

  ¿Qué sentido convendrá mejor a los jóvenes? Porque el saltamontes "se multiplica extraordinariamente, formando espesas nubes que arrasan comarcas enteras", mientras que de la langosta marina se dice que "su carne se tiene por manjar delicado" y que es "de color fusco". "Fusco" significa al parecer "oscuro" (sólo Dios sabe por qué usan esta palabra: en el diccionario no hay otras fusquedades más que en seres acuáticos ¾barbo, coto, escorpina¾ y un insecto, el garapito) ¿Qué se quiere predicar de la juventud en este panfleto: su violencia, o lo ruboroso y apetecible de sus carnes? Dejémoslo por el momento en suspenso...

Tras una simple coma aparece: "respetar asientos y paredes". Es raro: así, tan a continuación. Podría ser una orden, en lenguaje vulgar ("respetar" por "respetad"), una admonición encaminada a corregir un mal comportamiento, por ejemplo, dada la elección de los objetos "asiento" y "pared", a que dejen de pintar, escribir o grabar sobre estos espacios (públicos). Continúa, tras coma, "etcétera etcétera". O sea: asientos y paredes como representantes canónicos de un amplio conjunto de objetos expuestos a la maldad de la juventud.

Si esto fuera así, la que se aplicaría sería la acepción primera de "langosta". Curiosamente, el mismo Diccionario académico vendrá en nuestra ayuda. En la tercera acepción del término indica: "fig. y fam. Lo que destruye o consume una cosa. Los muchachos son LANGOSTA de las despensas".

¡Ajá! Los académicos ya lo habían notado: el comportamiento de los jovenes es tan destructivo que su parangón con las langostas (no lo dicen, pero en su acepción 1, ortóptera) es algo tan natural, que hasta es el ejemplo aportado por el diccionario. Bien, bien... No se trata pues del crustáceo "de color fusco". Se trata de la langosta de la plaga bíblica. Los jóvenes son una plaga...

    Sigamos. Nuestro haikú se interrumpe, como para tomar aliento, y prosigue, en voz más alta (ha subido el cuerpo de letra, ahora está además en negrita): "¿Qué educación te queda / de tu padre y maestro?". ¡Atención!: "juventud" es un nombre colectivo; como tal, puede tener un "maestro" global, aunque difícilmente un "padre"... a no ser que estemos hablando de una paternidad espiritual, superior. ¿Quién es ese Padre (tendremos que ponerlo de mayúscula, aunque la mayusculización global de la hojita nos impide saber la intención original)? ¿Dios?, ¿tal vez el autor de esta misteriosa nota?

El tono de estas dos líneas finales es quejumbroso, reforzado por la interrogación retórica. El sentido sería: "No te queda ninguna educación de tu Padre y Maestro". Y ya está.

Una nota final sobre el ritmo. No habrá pasado inadvertido al lector que la frase (¿verso?) inicial tiene ecos rubendarinianos: "Juventud, divino tesoro". El esquema métrico y rítmico del poema es idéntico al del comienzo de nuestro texto. Todo él parece seguir una pauta formal: aparte del eneasílabo inicial y del forzado decasílabo siguiente, el resto se desliza en plácidos heptasílabos:

etcétera, etcétera.
¿Qué educación te queda
de tu Padre y Maestro?

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