Iluminación
Recuerdo muy bien la primera vez, hace años, cuando descubrí lo que ocultaban las malezas agostadas de los montes en torno a Cadaqués. Se había producido un incendio, que durante dos días, alimentado por la tramontana, había coronado montañas, bajado valles y saltado torrentes y carreteras. Cuando por fin se dominó, dejó el campo negro. Salimos a pasear: el fuego había hecho desaparecer algunos de los impedimentos que se suelen encontrar en estos sitios: zarzas y ramas, de modo que entramos profundamente por una riera. Y allí estaban curvadas, patentes, aflorando por la vegetación quemada, las terrazas, como las costillas de la tierra.
Cerca de la carretera de Cadaqués a Figueras
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