Exquisitos

José Antonio Millán

 

Adolfo Bioy Casares, Diccionario del argentino exquisito. Nueva versión, Buenos Aires, Emecé Editores, 1990. 218 págs. Adolfo Bioy Casares publicó la primera versión de este diccionario en 1971, bajo el seudónimo de Javier Miranda. La que reimprime Emecé es la segunda versión, de 1978.

La obra está en la estela del Dictionnaire des idées reçues ou Catalogue des opinions chic de Gustave Flaubert, pero en su aplicación al español contemporáneo (aunque sea americano) coincide con otras obras que fustigan usos extendidos como El dardo en la palabra. Hay alguna obra para el inglés (que no he consultado), con idéntica función: Kenneth Hudson, The dictionary of diseased English [Diccionario del inglés enfermo], Londres, 1977.

Lo que se ataca son los usos henchidos, desbarrados, retorcidos que con afán de alejarse del habla normal utilizan sobre todo políticos, muchos periodistas, y las clases altas. Naturalmente: no hay sólo eso. A través de la ironía y de la advertencia a los exquisitos afloran muchas perlas. Véase: "Chombas, poleras, remeras. Palabras de tienda".

Con mucha frecuencia aparece el comentario justo: "Habilitar: Uno de los verbos predilectos de los periodistas." Otras veces, sólo el ejemplo (que basta): "Nos interesa la conjuntez de las Fuerzas Armadas".

La elección de los ejemplos es inmisericorde: "El empresariado en pleno en el Palacio de las Papas Fritas". Aunque, a veces, quepa la sospecha de que hayan sido urdidos por el propio Bioy: "El acrecentamiento de las condiciones de competitividad resultaron un desafío a la postre demasiado pesado para nuestra empresa. (Memoria y Balance de Dulces y Licores la Temulenta)". He subrayado en rojo la singular coincidencia.

De la impostura de otros ejemplos (aunque no de su pertinencia) pondría mi mano en el fuego: "metalúrgico: Obrero de la industria metalúrgica. 'Curso de cibernética para metalúrgicos'. (Ockam, Qué navaja la Solingen, Buenos Aires, 1971)". (!)

[Última versión, febrero de 1999]

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