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Un siglo de edición

La lenta gestación de la edición, los editores,
los tipos de libros y los lectores modernos

José Antonio Millán

 

Jesús A. Martínez Martín (ed.)
Historia de la edición en España, 1836-1936
Madrid, Marcial Pons, 2002.

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En 1922 Rafael Calleja (un apellido bien ligado al libro español) resumía así las funciones del editor.: "saber pulsar el gusto de los lectores, saber descubrir al autor antes que la fama lo señale, saber luego atraerlo y encariñarlo con su editor; tener visión rápida y clara para juzgar las proposiciones que recibe; rodearse de colaboradores competentes y eficaces". No se podría enunciar mejor hoy en día...

Este libro colectivo abarca un periodo clave: el paso de la edición artesanal a la empresarial, la aparición y el afianzamiento de las ediciones populares, y el surgimiento de los procedimientos industriales que hacen posible semejante evolución. La historia de la edición contemporánea en España es aún un terreno poco explorado editorialmente, o que más bien se ha explorado con criterios poco depurados, "concibiendo el libro como hecho autónomo desgajado de la historia socio-cultural", como dice Martínez Martín en su introducción. Esto es reflejo del estado de relativo abandono en que se han encontrado sus estudios. Mientras que el pasado está bien cubierto (la serie "El libro antiguo español" de las Ediciones de la Universidad de Salamanca), la edición moderna lucha penosamente con la falta de estudios, e incluso de fuentes: la pérdida o destrucción de los archivos de nuestras editoriales históricas. Lentamente comienzan a normalizarse los estudios sobre la edición, encuadrados en facultades de Historia o de Documentación, y fruto de ello pueden ser iniciativas como este volumen.

Un rápido repaso. La primera parte (Siglo XIX. "El siglo de los editores") la abre Martínez Martín en "La edición artesanal y la construcción del mercado": comienza con los efectos de la libertad de imprenta y la aparición de sociedades anónimas; la relación personal del autor con el editor, y la lenta ruptura con la práctica de que el autor cediera las obras al editor a perpetuidad. De las tiradas de la época da idea el que la editorial Calleja, agobiada por las deudas en 1893, declarara, entre otros fondos, 1.150.000 tomos de Recreo Infantil. La suscripción aparece como modo privilegiado de la venta de grandes obras. Rueda Laffond habla de la industrialización de las fabricación de papel, la imprenta y la encuadernación, entre las que destacan los procedimientos de reproducción de imagen: la litografía y el fotograbado. Sánchez García se centra en la morfología del libro: en cómo "los tipos de letras, incorporación de imágenes, diálogo de éstas con los textos, división de párrafos, fomatos, encuadernaciones" invitan a (y crean) distintas formas de lectura. Es el momento de la aparición de la misma obra en distintos formatos: Los españoles pintados por sí mismos en edición de 200 reales en 1843 y de sólo 20 en 1851. Jean François Botrel representa la atención que ha venido prestando Francia a la historia de la edición española (otro ejemplo: Philippe Castellano, Enciclopedia Espasa, Historia de una aventura editorial, Madrid, Espasa Calpe, 2000). Estudia el negocio librero, empezando por los puestos de lectura de prensa y los tenderetes callejeros, hasta librerías en sentido actual, tanto de novedades como de viejo.

Martínez Martín abre la sección del siglo XX con la contradicción entre una crisis ("en España no se lee") y la pujanza de un sector cada vez más profesionalizado. Rueda Laffond habla de la industrialización de la imprenta. Sánchez García habla de la consolidación de la imagen y catálogos de la editoriales, de la importancia creciente de la tipografía (que en Europa era por primera vez objeto de propiedad intelectual). Martínez Rus aborda el comercio de libros, ayer --como hoy-- lastrado por prácticas de consignación de mercancía a unos libreros que ignoran qué recibirán y que pueden devolverlo; estudia también el creciente mercado americano, con el problema de los precios altos en destino y la consiguiente aparición de "piratería".

Por géneros, se habla del libro escolar (Viñao), los infantiles y juveniles (Sánchez García), el importante libro religioso (Sánchez Illán), las colecciones literarias, como El Cuento Semanal (Sánchez Álvarez-Insúa) y la prensa (sánchez Illán). La última sección analiza las prácticas de lectura: su aprendizaje, las bibliotecas y la socialización de la lectura.

Esta autorizada mirada al pasado editorial explica muchas cosas de su crisis actual. Y, sobre todo, recuerda cómo es imposible hablar de cultura, de creación literaria o de lectura, sin estudiar las bases sociales o, empresariales de la más compleja de las industrias: la editorial.

Publicado originalmente en El País en diciembre del 2002

Última versión, 3 de febrero del 2003

Sobre la preservación de los archivos editoriales de la actualidad véase:
José Antonio Cordón: La edición electrónica en el contexto de los estudios sobre edición contemporánea en España

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