Con cemento de gravedad

Lo que sujeta estas piedras y yergue estos muros es la misma fuerza que precipita al suelo a los edificios y a las personas. Esta es otra de las paradojas anti-entrópicas del universo pétreo del Alto Ampurdán. Es la gravedad la que tira con fuerza de cada piedra hacia abajo y, si encuentra una base firme y estable, la fija a ésta. Así transcurre una hilera y otra, y otra, todas firmes, todas asentadas.


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Pared en la subida de San Sebastián


Su pesantez es su estabilidad. Y ésta hace falta, porque los violentísimos vientos de estos parajes podrían echar por tierra cualquier construcción sólo un poco menos sólida. (Es fama que en la cercana estación ferroviaria de Port Bou la tramontana volcó un vagón de ferrocarril; sorprendido por una tempestad en pleno campo, he visto que podía inclinarme, y la fuerza del viento no me permitía caer…)


Esta radiografía de un muro cerca del Mas d'en Duran
permite ver cómo se inserta una hilera de piedras verticales entre las horizontales .

Para coronar la obra (y quizás también con otras intenciones, ya veremos) los muros se suelen rematar con una hilera final de fenomenales lajas pétreas colocadas en vertical, como para aumentar en un último y definitivo golpe la pesantez –y por tanto la estabilidad– de la poderosa estructura.

 

 

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