El español actual

Aparece una gran obra lexicográfica que recoge y documenta la lengua real

José Antonio Millán

 

Manuel Seco, Olimpia Andrés, Gabino Ramos
Diccionario del español actual

Aguilar. Madrid. 1999
Dos volúmenes, 4.666 págs.
14.000 ptas (1999, tiempo limitado; después 16.000)
información (España): 902 350 400

75.000 voces
141.000 acepciones
200.000 ejemplos de uso real

Existe una versión abreviada del diccionario:
Diccionario abreviado del español actual

También de Manuel Seco:
Diccionario fraseológico
Diccionario de dudas
Guía del español actual
presentación de la
Enciclopedia del Lenguaje de David Crystal

 

Sesión científica sobre el diccionario, Málaga, 16,de diciembre de 1999

 

dea3.jpg (98402 bytes)

 

Contar por qué este diccionario es importante equivale a esbozar un breve cursillo de lexicografía. Pero vale la pena intentarlo. No es un secreto que muchos diccionarios se basan en la copia de otros anteriores; en otros casos, parece que sus autores se han limitado a mirar dentro de sí, a ver qué palabras había. Pero si se quiere realmente conocer el vocabulario vivo en un momento de la lengua (y en este caso, de un periodo tan movedizo como la segunda mitad del siglo), el primer paso es recoger muestras del uso real de la mayor cantidad posible de palabras. Cuando el equipo de Seco inició su tarea (hace ahora 30 años), no existían corpus informatizados del español, como el actual CREA de la Academia. Ahora bien: el corpus es el principio, no el final de la tarea. Una consulta en CREA sobre la palabra periódico(s) dará unos 10.000 casos, sobre los que habrá que trabajar para extraer las 8 acepciones que figuran en este diccionario. La labor del equipo de Manuel Seco consistió en cribar un gigantesco conjunto de materiales escritos, en busca, primero, de una presencia destacable (si un término era fruto de una moda pasajera no debía figurar en la obra); después, de los diferentes sentidos que aparecieran.

secoM.jpg (10865 bytes)Conviene detenerse en la procedencia de los textos utilizados: un 70% venía de la prensa (se rastrearon muchos miles de números de más de 300 publicaciones periódicas). Están volcados también 1600 libros e impresos varios, que incluyen no sólo literatura (que tiene una presencia menor que en otras obras similares), sino también obras de divulgación y libros de texto de enseñanza secundaria (una buena manera de recoger el léxico científico "asentado"), catálogos, folletos, y hasta las páginas amarillas de la Guía telefónica: no hay fuente indigna para quien quiere saber cómo es realmente una lengua…

Un problema no trivial es cuándo decidir si dos usos distintos de un término deben aparecer como acepciones de una misma palabra o constituir entradas distintas (con lo que el diccionario nos está diciendo que son dos palabras diferentes, que se escriben igual). Seco rompe con un uso extendido ¾y que tiene razón de ser en diccionarios históricos¾ que es agrupar como parte de la misma entrada todos los sentidos cuando tienen el mismo origen. Todo los diccionarios que he consultado dan gentil "hermoso" y "pagano" como dos acepciones de la misma palabra, pero en este diccionario se las separa, porque esta disposición refleja mejor la conciencia lingüística del hablante.

Viene luego la tarea de definir, y aquí el equipo de Seco crea definiciones de nueva planta, no basadas en otras anteriores, y con un concepto moderno: separar lo propio de la palabra de su entorno (que aparece entre corchetes), y además agregar información sintáctica. Por ejemplo:

Encabezar: Poner al comienzo [de un escrito (complemento directo)] alguna palabra o frase (complemento CON)…

Esta información basta para que el hablante del español ¾¡o el extranjero con dominio parcial de la lengua!¾ cree la frase "Encabecé el capítulo con una cita de…" Hay también notas de construcción (por ejemplo flaco servicio, "frecuente con verbos como hacer o prestar"). Todo ello convierte a este diccionario en una guía única de producción de lengua, y no sólo de interpretación.

secoO.jpg (14737 bytes)A continuación de cada definición figuran una o más citas que las documentan, generosamente extensas, de tal forma que proporcionan un ejemplo de uso, y no hurtan el contexto lingüístico al especialista. No muchos diccionarios de español tienen citas; cuando las hay suelen ser inventadas, y eso se nota… Desde hace casi tres siglos (el diccionario de Autoridades) no hay una obra lexicográfica en el español que documente de esta manera sus definiciones.

El sistema de marcas de las palabras permite aquilatar a la perfección su uso (a propósito: ¡qué útil sería una cartulina suelta que, a modo de chuleta1 ¾acepción 4, figurada¾ contuviera las abreviaturas de la obra). Las voces anticuadas, como dijimos, no figuran en el diccionario ¾ahorrando así no poco ruido al consultante y muchísimas páginas¾, aunque las que perviven en usos literarios están marcadas como tales (odorífico). Las que fueron flor de un día tampoco están, salvo si permanecen por alguna razón, y entonces figuran con una advertencia (ye-ye: coloquial, hoy raro). Las palabras malsonantes, que una cierta pudibundez ha mantenido alejadas de las obras lexicográficas, aparecen aquí muy bien recogidas, siempre distinguiendo entre las coloquiales y las vulgares o tabú, incluso entre distintas acepciones (véase capullo). Las voces de las ciencias que por alguna razón han salido del gueto de su documentación especializada están también, con indicación de su ámbito, así como los extranjerismos (como pinball), siempre con mención de que provienen de otra lengua, y ¾cosa muy importante¾ con su pronunciación habitual y algunas peculiaridades morfológicas: cómo forman el plural, por ejemplo.

Una característica del Diccionario del español actual que inmediatamente salta a la vista es la riqueza de voces compuestas y derivadas que no aparecen en obras equivalentes. La misma inclusión de adverbios en -mente resulta de gran interés, primero, porque no todos los adjetivos los forman, y segundo, porque hay matices en su uso que la definición y cita aclaran. Pero hay muchas formaciones admisibles (abesugado, acarnerado), y otra bellas y curiosas, como onduleo (del agua, usado por Aldecoa), que no figuran en ningún otro diccionario.

secoG.jpg (7148 bytes)Estamos, pues, ante una obra monumental, y no por la inusual duración de la empresa ¾tres décadas, lo que sólo habla del cuidado puesto en los menores detalles¾, sino por la calidad del caudal léxico registrado, de sus definiciones y de sus citas de uso. No podrá faltar al alcance de la mano de quienes (por profesión o afición) trabajen con nuestra lengua. Y ojalá una edición electrónica pronto la sitúe también ¾con todas sus capacidades aumentadas¾ en el entorno creativo de los nuevos tiempos: el corazón de la máquina.

 

 

Versión ampliada de lo publicado en El País en octubre de 1999

Última versión, 28 de marzo del 2001
Reportaje fotográfico del autor

 

salida